Hace
pocos días visité un Centro de encierro de adolescentes de la provincia de
Buenos Aires, una de las actividades fue escribir en secreto, en un papel que
les dí, algún deseo para el 2014. Antes de irme me los entregaron y los leí en
voz alta pero sin identificar a sus autores. La mayoría pidió un 2014 en
libertad, otros cosas más simples o sencillas, como “me gustaría sentir la
lluvia en el cuerpo”, o “poder mirar la noche estrellada más seguido”. Estos
últimos deseos me llevaron a escribir lo que sigue.
No hay
ningún artículo de ninguna constitución, convención, tratado o ley que
establezca el derecho a contemplar el cielo estrellado dentro de las cárceles
del planeta. Nuestra civilización viaja lentamente hacia la matriz de
Guantánamo, confinamiento en jaulas bajo techo donde la diferencia entre noche
y día se pierden. Donde el infierno se impone sobre el cielo.
Ni a Juan
Bautista Alberdi ni a ningún constitucionalista de los nuestros se les hubiera
pasado por la cabeza la idea de un derecho al cielo en los lugares de encierro.
Es cierto que existiendo en Argentina actual déficit de alimentación, higiene, salud,
como altos niveles de violencia dentro de las cárceles, pensar el derecho a
contemplar el cielo estrellado o a sentir la lluvia sobre el cuerpo, puede
sonar inocente, extravagante, romántico o hasta canallesco. Pero no, decimos
que nada es incompatible en el contexto carcelario que sea, y para toda persona
presa (aun en el dantesco infierno de todos los círculos y las crueldades) el
derecho a contemplar la bóveda celeste es una necesidad humana de los
encerrados, como lo es el deseo de absoluto y el rezo en la celda. Y ya no como
parte del derecho a tener una abertura en la celda para proyectar la mirada, sino
como parte del esparcimiento. En el cielo la proyección de la libertad de quien
está solo y espera, estar con alguien.
La
eternidad a través de los astros, es el libro que escribió en 1871 Louis-Auguste
Blanqui, encerrado en una celda como consecuencia de su actuación en La Comuna
de Paris. “Me refugio en los astros donde uno puede pasearse sin límites… y
sentir que todo ser humano es eterno en cada uno de los segundos de su
existencia. Esto que escribo en este momento en una celda del fuerte de Taureau,
lo he escrito y lo escribiré durante la eternidad, sobre una mesa, con una
pluma, con vestimentas, en circunstancias semejantes”. El amparo estelar de
Blanquí, es el derecho o la forma de comunicarse con lo absoluto que tienen
todos los confinados. Blanqui es el padre del derecho a las estrellas.
La
Convención Internacional de los Derechos del Niño de 1989, en el artículo 40
refiere al derecho al esparcimiento y a la dignidad que tiene la infancia
encerrada por motivos penales. El derecho a la recreación en lugares abiertos
choca de plano con los lugares con barrotes y muros que cada vez caracteriza
más a los Centros de encierro juvenil de la provincia. Sin embargo, Hace poco
conocí la experiencia de un conjunto de egresados de la Facultad de Astronomía
de La Plata, seguramente ellos incentivaron a deseos de estrellas que yo luego
recogí en mi visita. El proyecto se
llama: “Derecho al cielo nocturno”, a cargo de los docentes Mara Inés Fasciolo,
María Cecilia Scalia, Federico García, Ignacio Gargiulo. Los talleres se
dictaron en horario nocturno durante el 2013, una evaluación final sostiene: “…
En general, las actividades realizadas durante estos siete encuentros
consistieron tanto en observación del cielo nocturno a simple vista, utilizando
también binoculares y telescopios, como en talleres áulicos con los que
abordamos contenidos como el reconocimiento de los puntos cardinales, movimiento
diurno, fases de la Luna y planetas, el origen de los meteoritos, etc. En todos
los encuentros, llevamos cartas celestes que repartimos entre los jóvenes, las
cuales fueron recibidas con mucho entusiasmo. Pudimos observar a los chicos muy
entusiasmados en la tarea de hacer un reconocimiento del cielo a simple vista, que
en su gran mayoría no habían podido ver desde antes de ingresar al Instituto, ya
que las ventanas de las celdas no les permiten ver el cielo…”
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