21 de abril de 2015

Y LA TIERRA SE MUERE DE PENA

¡Hasta siempre Alberto!

EL HAMBRE ES UN CRIMEN

NI UN PIBE MENOS

(APe).- Se fue de puntillas, silencioso en la noche, y levantó vuelo. Estaba harto ya de su cuerpo colonizado por un monstruo invasivo. Pero antes de irse firmó su testamento: les dejó a los niños de malabares, a los propietarios de los arrabales, toda su inmensa fortuna: la semilla de la revolución para parirla cuando puedan, una utopía donde los niños sean curados con salivilla de estrellas, como soñaban con Federico, la descomunal ternura con la que venceremos al  final del día. Y un amanecer que sea para todos.

Alberto Morlachetti nació en el campo cordobés, trabajó con su abuelo anarquista, fue canillita en Gerli, vivió en un conventillo y la calle era el patio enorme donde los infiernos y los cielos se escondían en las ochavas. Comenzó a estudiar Sociología en la UBA luego de una adolescencia de lectura ávida y aleatoria. Y en las sombras crepuscularias juntó pibes estragados por la historia que dormían en las periferias de la Facultad de Derecho. Se los llevó con él, los sembró, les inoculó futuro en su adelante y los hizo descubrir que podía ser posible amanecer mañana.

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