21 de noviembre de 2012

¿Quienes son los inseguros?


Compartimos con ustedes dos materiales para pensar sobre…. ¿Quiénes son los inseguros?. Nuestros pibes y el sistema carcelario, nuestros pibes y las oportunidades.



“Población Juanito Laguna” Video – Escuela Media 7 “Agustín Tosco”, Unidad penitenciaria N°39, Ituzaingó

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EL MEGAFONO
Poder y resistencia: el duelo de las astillas


Por Ana Laura Lopez *

No hay relaciones de poder sin resistencia: allí donde se ejerce uno, se identifica la otra.


Palabras más, palabras menos, este ya iconizado axioma de Michel Foucault asume una relevancia y vigencia especial cuando producciones colectivas como La Astilla, una revista realizada por alumnos de la Escuela Media Nº 7 Agustín Tosco, que funciona en la Unidad Penal Nº39 de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires, se (nos) clavan en la sensación de sometimiento que produce el poder penitenciario desde su seno y hacia la sociedad en forma extensiva.

Poder penitenciario que se ejerce y renueva a través de variadas tecnologías de gobierno, ya sea violencia física directa (esa que humilla, doblega, tortura, marca y destroza los cuerpos) así como las otras violencias, las del sometimiento psíquico y simbólico, las de la degradación subjetiva y social, las de la aceptación y naturalización de ser incluido en el padrón de las vidas desechables. Tecnologías siempre múltiples y yuxtapuestas, que coexisten con otras técnicas de promoción de violencia y del fomento de la ruptura de los lazos de solidaridad y cooperación.

Por eso decimos que la cárcel es una maquinaria política que produce subjetividades degradadas. Hay que repetirlo: la cárcel no fue, no es y no podrá ser modelo. De nada. Eso es mitología para los manuales y seminarios institucionales.

Para los y las personas detenidas, presas de un sistema basado en la crueldad, la cárcel siempre es otra cosa. En la cárcel se sobrevive a la degradación. En la cárcel se tolera el dolor, se metabolizan las violencias, se intenta aprender a vivir en libertad a pesar del encierro.

Pero como a todo acto de poder se le impone un acto de resistencia, la producción colectiva florece en periodismo crítico y reflexivo, en una astilla que acaso como partícula de resistencia subjetiva se incrusta tenazmente en esas relaciones de fuerza, diciendo lo que no se dice, haciendo visible lo que no se quiere ver. Desde Ituzaingó una nueva astilla nos recorre y se hace ver, como punta de lanza, porque ya se clavó extendiendo esas preguntas incómodas y necesarias, esas preguntas que apuntan a otros sentidos. Y que tampoco no son modelo. Y no son modelo porque escapan a las prescripciones y se preguntan, y nos preguntan, sobre esos destinos, sobre esa naturalización de los engranajes sociales del poder.

Sólo resta acompañar el agudo rugido de esas voces, la ronda de esas subjetividades, y lo que logran: el imprescindible arte colectivo de disputar la lucha por los sentidos mientras se sobrevive al dolor, desde su propio seno.

Bienvenido el duelo de las astillas: siempre nos hacen falta.

* Socióloga. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos Humanos (GESPyDH) del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Participó de la presentación de la quinta edición de La Astilla, que se realizó en el Centro Cultural de la Cooperación junto a alumnos y docentes de la Escuela Agustín Tosco que funciona en la cárcel de Ituzaingó.


Infanticidio




Mueren uno, y otro, y otro más. Los pulverizan las bombas que caen por centenares, aquí y allá, todo el tiempo. El ritmo vibrante del corazón de estreno de un bebé de 18 meses se detiene. No más. 

Como él, muchos otros caen en Gaza. Todos los días. Reportes de agencias europeas dicen que sólo el domingo murieron diez niños.

Del otro lado del mundo, el mismo domingo en un parque de 
 Caracas, o de Buenos Aires, o de Quito, o de Bogotá, miles de niños laten y laten, corren, gritan, viven. Sus padres vigilan desde cerca y saben que, al final del día, volverán con ellos a casa. Los abrazarán, los dormirán hasta mañana.

Pero... mañana no existe en Gaza. La bomba que hoy no mató al sobreviviente lo matará mañana. O pasado. Como en las cámaras de gas que mataron a los abuelos de los que ahora pulverizan niños. En Auschwitz tampoco había mañana.

Pero... en enero de 1945 el Ejército Rojo llegó a Auschwitz y liberó a los pocos que quedaban. A los sobrevivientes que vivirían para contar la historia. La historia que estremeció y estremece a generaciones.

Pero... casi setenta años después no hay soviéticos, ni rusos, ni "americanos". Abandonados a su suerte por la comunidad internacional, allí están los niños de Gaza. Sin mañana.

16 de noviembre de 2012

“¿Usted cree que yo puedo tener otra manera de vivir?”


Por Andrea Homene *


El chico parecía resignado frente a lo que estaba sucediendo. Detenido, acusado de cometer un delito grave, enfrentando un proceso penal que probablemente desembocaría en una extensa condena, no atinaba siquiera a intentar esbozar algún argumento más o menos exculpatorio, más o menos convincente. Lo escuchaba responder a las preguntas, desafectivizado, monótono, sin matices. Hasta que se me ocurrió decirle que tal vez ésta fuera una oportunidad para que se preguntara si ésta era la manera en la que quería seguir viviendo. Pareció despertar con mi propuesta. Su mirada cobró firmeza y una expresión de compasión hacia mí invadió su rostro. Respondió con otra pregunta:

–¿Usted cree que yo puedo tener otra manera de vivir?


Habló sin esperar que le respondiera; sólo devolvía así la propuesta que le había hecho.

Me quedé pensando durante días acerca de su respuesta, que él había formulado como pregunta.

¿Tiene alguna otra manera posible de vivir?

En aquella entrevista, sin embargo, me prometió que –aunque le daba vergüenza– la próxima vez que nos encontráramos me contaría la historia de su familia. Lo que sé hasta ahora es que desde los 10 años vive solo en la calle, en casas prestadas, en aguantaderos. Que aun en esta situación, y gracias a la ayuda de algún conocido que le compraba los útiles escolares, completó el 9O grado. Que gracias al amor de una noviecita dejó de drogarse. Con poquito, ha hecho mucho. Pero no sabe hacer nada que le permita conseguir un empleo. ¿Y de qué vive un niño que está solo, en la calle, sin recursos y sin edad ni conocimientos laborales como para conseguir un trabajo?

De acuerdo con los datos obtenidos a lo largo de varios años de trabajo con menores en conflicto con la ley, la enorme mayoría de ellos no ha completado la escolaridad primaria, carecen de capacitación laboral y los que han conseguido empleo lo han hecho en espacios pésimamente remunerados y con malas condiciones de trabajo, sin estabilidad, sin cobertura médica ni seguros por accidentes, sin vacaciones ni aguinaldo; en contextos lindantes con la explotación laboral. Trabajan muchísimas horas por magros salarios.

Estos chicos, golpeados en su infancia por un momento histórico de desintegración social y familiar, por una de las más grandes crisis que atravesó nuestro país, asoman a su adolescencia y adultez con las secuelas, en el cuerpo y en el psiquismo, de los daños padecidos tan tempranamente.

Los planes sociales tendientes a paliar las graves carencias de una parte importante de la población argentina comienzan a hacer sentir sus efectos en la población infantil. Pero no logran alcanzar a la población comprendida entre los 14 y los 21 años aproximadamente, que, habiendo quedado excluida hace una década, sin acceso a la salud ni a la educación, encuentra enormes dificultades para volver al entramado social. Es probable que en el seno de sus familias haya algunas necesidades básicas y urgentes que se han ido cubriendo, tal vez sus hermanitos menores no padezcan las mismas carencias. Pero ellos, grandes para ser niños y niños para ser grandes, no encuentran su lugar en un contexto en el que el acceso al puesto de trabajo exige cada vez mayor calificación, y en el que el terreno de los oficios se ha ido despoblando, perdiéndose la tradición de continuar con el oficio de los antepasados (el zapatero era hijo y nieto de zapateros; el pintor, el albañil, el colocador de pisos, el plomero, el que arreglaba electrodomésticos, lo mismo). Sus padres ya han padecido el impacto de la exclusión, y sobreviven gracias a changas ocasionales; tal vez sus abuelos también han corrido igual suerte. Y de este modo no encuentran dónde sostenerse para poder, no ya construir un proyecto de vida, sino imaginar qué harán al día siguiente.

Son chicos que se han vuelto atemporales. Muchos de ellos desconocen cuáles son los meses del año o cuántos días tiene un mes. No sin dificultad alcanzan a escribir su nombre, y no tienen o no recuerdan su número de documento.

Pasar años detenidos, en celdas “ciegas” con pasaplatos, de las que salen un par de horas al día, ¿propicia un cambio en su posición subjetiva?

En algunos centros de detención participan en talleres de panadería, computación, electricidad o carpintería. Sin embargo, ellos mismos aseguran que lo que pueden aprender allí es insuficiente para desempeñarse laboralmente en un futuro. Se suma a ello el estigma de haber estado presos, lo que dificulta aún más el ingreso al mercado laboral registrado.

¿Será posible pensar en la conformación de otro tipo de dispositivo, que en lugar de poner el acento en lo punitivo, lo ponga en lo formativo? ¿Que permita movimientos subjetivantes, en lugar de producir masificaciones objetivantes?

La perpetuación de dispositivos de exclusión social, como modo de enfrentar la problemática de la delincuencia juvenil, no parece ser el camino más propicio. Estos niños grandes desconocen cómo hacer el mínimo trámite administrativo, por ejemplo un cambio de domicilio (cuando los chicos son detenidos y se les gestiona la documentación de la que carecen, el domicilio que se inscribe en el DNI es el del centro de detención): ¿podrán encontrar algún otro modo de vivir en el que la violencia deje de ser el medio para lograr resultados?


Si queremos pensar alternativas que permitan abordar el tema, tan presente, de la inseguridad, es menester abordar también otras inseguridades, las que llevaron a estos niños a perder su capacidad de historizarse, de constituirse subjetivamente, de sostener un deseo que impulse sus vidas.

* Perito psicóloga en la Defensoría General de Morón.
Nota publicada en diario Página/12 del 15/11/12 (Sección Psicología)

5 de noviembre de 2012

32º Encuentro Cultural: UNA OLA QUE NO PARA DE CRECER


La muerte ronda los barrios de Berazategui...

Solidaridad, unión, organización y lucha contra la contaminación electromagnética

Bajo un sol primaveral  jóvenes, docentes,  familias enteras, organizaciones sociales y vecinos de distintas provincias dijimos una vez más:

ü       SI A LA VIDA,
ü       NO a la contaminación electromagnética,
ü       No a las subestaciones y cableados en zonas pobladas,
ü       Cierre y traslado de la subestación Rigolleau
Los Inconformes de Siempre
ü       Basta de represión - Repudio a la violenta represión sufrida por los vecinos de Jujuy!
Vecinos de Jujuy contaron su situación


A la violencia de los sin razón respondemos con cultura y con  información

Vecinos de Córdoba contaron sobre su lucha
El festival cultural, que se realizó en 145 y 21 de Berazategui el pasado sábado 3 de noviembre, fue el marco ideal para  fortalecer la Red de Barrios Irradiados de la Argentina.
Berazategui tuvo el honor de recibir a vecinos de Carlos Paz (Córdoba), afectados por subestaciones eléctricas, y vecinos del barrio Malvinas  (Jujuy), también  afectados por la contaminación electromagnética, quienes viajaron expresamente para solidarse y compartir esta jornada y contamos con la adhesión de vecinos de diferentes zonas, que no pudieron acercarse al barrio.

Crisis





En este marco, los vecinos llegados de Jujuy denunciaron la violenta represión sufrida hace unos días en el barrio Malvinas por defender la vida y reafirmaron su voluntad de no bajar los brazos y los vecinos de Córdoba contaron las ultimas novedades de la lucha en sus barrios.

Participaron del encuentro profesionales de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata, quienes aportaron sus conocimientos e investigaciones sobre el electromagnetismo y sus incidencias en la salud humana.

Le pusieron color y música dos murgas: Ayecantún y Los Inconformes de Siempre y  diversos artistas que realizaron actividades para niños, murales. Así se llenó de alegría un barrio que esta amenazado de muerte por las autoridades cómplices de las empresas multinacionales.  
La Granja de la Gorda Culona


También se presentaron las bandas musicales La Granja de la Gorda Culona, Pendejos y Crisis, esta última compuesta por estudiantes secundarios de la escuela Da Vinci, afectada por la contaminación electromagnética de la Subestación Rigolleau.
Alumnos de la escuela media N°5 presentaron un trabajo especial realizado en clase, sobre la problemática de los vecinos de la Subestación Rigolleau.

Una vez más se gritó muy fuerte que NO nos damos por vencidos, porque nuestra lucha es por la VIDA.

Agradecemos especialmente a todos y cada uno de quienes se acercaron al barrio y a quienes enviaron sus adhesiones y apoyo.


El electromagnetismo enferma y mata: Fuera las subestaciones eléctricas de las zonas pobladas!

Ni un pibe menos!